Los hombres no son islas – Thomas Merton
septiembre 13, 2011 Deja un comentario
Hemos de olvidarnos de nosotros para adquirir plena conciencia de quiénes somos. El mejor modo de amarnos es amar a otros; mas no podemos amar a otros si antes no nos amamos a nosotros mismos, tal como está escrito: «Amarás a tu prójimo como a tí mismo». Pero si nos amamos torcidamente, nos incapacitamos para amar a los demás. Y de hecho, cuando nos amamos torcidamente, nos aborrecemos; y si a nosotros mismos nos aborrecemos, no podemos dejar de aborrecer a los demás…
La única respuesta posible al problema de la salvación debe, pues, llegar a abarcar ambos extremos de la contradicción al mismo tiempo…
…el hombre está dividido contra sí y contra Dios por su egoísmo que lo divide de sus hermanos. Esta división no puede ser sanado por un amor que se coloca solitario en uno de los dos lados de la hendidura; el amor debe alcanzar ambos lados para poder juntarlos….
Más un amor egoísta de nosotros mismos nos vuelve incapaces de amar a otros.
Esta verdad nunca es clara mientras presumimos que cada uno de nosotros, individualmente considerado,es el cenor del universo…
Pero si vivimos para otros, poco a poco descubriremos que nadie cree que somos «dioses». Comprenderemos que somos humanos, iguales a cualquiera, que tenemos las mismas debilidades y deficiencias, y que estas limitaciones nuestras desempeñan el papel más impoortante en nuestras vidas, pues por ellas tenemos necesidad de otros y los otros nos necesitan. No todos somos débiles en los mismos puntos; y por eso nos complementamos y nos suplementamos mutuamente, cada uno rellenando el vacío del otro.
Solo cuando nos vemos en nuestro contenido humano verdadero, como miembros de una raza que está planeada para ser un organismo y un «cuerpo», empezam,os a comprender la importancia positiva, tanto de los éxitos como de los fracasos y de los accidentes de nuestra vida. Mis éxitos no son míos: el camino para ellos fue preparado por otros.
El fruto de mis trabajos no es mío: porque yo estoy preparando el camino para las realizaciones de otros.
Thomas Merton
Los hombres no son islas (1956)
Comentarios recientes